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lunes, 30 de noviembre de 2015

SETI, EL EGIPCIO /// Capítulo 129


129    EBLA
Por Karlos Dearma.

EBLA es la perla del Oriente. Una ciudad bella, opulenta y rica por demás, encrucijada de caravanas, cuyo comercio es uno de los más importantes de estas tierras. 

Nos queda por delante el último tramo de camino hasta Alepo; mientras aun me golpea la tristeza por la pérdida de mi amigo y maestro UTNAPISHTIM. Tengo motivos para recordarle con cariño y también para desear la venganza. Mi simpatía por la rebelión de Alepo y el asesinato de UTNAPISHTIM me empujan a ello, pero no puedo perder la cabeza. 

Incluso mi amigo NIQMEPA, el rey de Ugarit, fue claro al advertirlo. Tal vez siga su consejo pero me conozco: Soy incapaz de cumplir esa promesa. Solo tal vez su victimario, EA-TESHUB, conserve la cabeza.

Algo mucho menos amargo ocupa mis pensamientos: Es JEZEBEL. La hermana del rey de Ugarit es ahora la reina de Ebla. La conocí hace largos años y no puedo decir que la haya olvidado. Su hermana LIZBETH ha insistido en acompañarnos y el reencuentro con la viuda parece ser inevitable. La posibilidad no me resulta incómoda solo tal vez la reacción de la reina al verme: No nos despedimos en buenos términos. 

Aunque quizás sea solo mi vanidad la que me lleva a esta turbación y ni siquiera me recuerde.

Evoco los cálidos momentos juntos como amantes, los eternos abrazos y los húmedos besos, la tórrida pasión juvenil de hace veinte años atrás, la cobardía de una despedida y los reproches. Pero el pasado es solo eso, recuerdos.

Nos apeamos de nuestros caballos al lado de una fuente. Lleno una vasija y arrojo su fresco contenido sobre mi cabeza, bebo de su agua. KHUFU sediento mete su cabeza adentro. El calor nos agobia a todos. IB me señala un edificio en la colina:

-Allí está el palacio de la reina. Es ahí a donde iremos después.

Miro hacia la edificación y creo ver a una mujer observándonos desde la terraza. Afino más la vista para estar seguro pero ya no está más allí, tal vez haya sido solo un espejismo. 

LIZBETH nos avisa que se adelantara para ver a su hermana, asentimos. Primero pasaremos por el mercado, IB dejará una parte de las mercancías allí en manos de uno de sus empleados.

Cruzamos la ciudad y nadie parece prestarnos atención, aquí parecen estar acostumbrados a los extranjeros. La tarde comienza a despedirse y espero que el calor ceda su espacio al fresco de la noche. KHUFU me pone sobreaviso con un silbido:

-¡Eh, SETI, mira!

Un grupo de jinetes se acerca. Un joven guerrero arriba de un brioso caballo color blanco frena su montura muy cerca de nosotros y desde arriba nos interroga:

-¿Acompañais a IB, el fenicio?

-Sí.

-Busco a un egipcio llamado SETI.

-Hablas con él.

-Mi nombre es SAM-SU-SAM, soy jefe de la guardia real y la reina me envía por ti. Debes acompañarme.

Sorprendido, como cuando conocí el fuego, miro a mis amigos. Parece que mis vaticinios se cumplirán pronto. Me despido de KHUFU y de IB, y subo a mi caballo. Ellos deberán seguirnos más tarde. Marchamos hacia palacio. En camino a la residencia vuelvo a evocar ese pasado.

LIZBETH sale a recibirme, JEZEBEL desea verme, luego me acompaña hasta los aposentos. Me introduce en ellos y cierra la puerta detrás de mí. Camino en una semioscuridad, y entre negruras descifro muebles y un lecho. 

Una figura femenina me observa desde el fondo de la habitación. Una voz que me parece conocida habla:

-Han pasado muchos años, SETI.

-Así es JEZEBEL. 

Se acerca como un gato atravesando con seguridad la estancia en penumbras. Llega esta mi lado y me abraza, con sus dedos recorre mis labios y luego me toma del cuello acercándolos a los suyos, no opongo resistencia: Quedamos congelados en un beso.

continuará ... 

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