Seguidores del BLoG

viernes, 30 de diciembre de 2016

EL PACTO (Cortometraje)

¡¡¡ Feliz 2017 para todos mis amigas y amigos lectores !!! Este año 2016 sería para el olvido, si es que no se hubiera dado lo inolvidable: Por primera vez una de mis historias llegó a la pantalla. Se trata de "El Pacto": una historia de navidad particular en forma de un increíble y bello cortometraje de 2:50 minutos a cargo de gente con mucho talento. ¡¡¡ Gracias Nicolás Castaño !!!


viernes, 23 de diciembre de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 145


145  LAS TRISTEZAS DE ANKH (ANKH)
Por Karlos Dearma.

El camino de regreso al delta fue tan duro como esperaba. KHAMOSE me encomendó la misión de escoltar el cadáver de mi amigo, AMUN, hasta Tanis, su lugar de nacimiento. Allí debía entregarlo a su familia, y así lo hice. Los funerales y homenajes fueron seguidos por cientos. Mi amigo era conocido y respetado. La captura del asirio lo volvió un héroe.
Volví a encontrarme con AZIRA: No pude darle ninguna explicación satisfactoria sobre lo sucedido pues yo mismo no la tenía. Nos despedimos sin conflictos. Creo que regreso a Saq.  No puedo medir su tristeza: si puedo medir la mía.

Luego de aquello conduciría a las tropas mercenarias, ahora a mi mando, hasta Avaris. 

Allí nos encontramos ahora. Estoy a punto de entrevistarme con el príncipe BEBTI. El guerrero de Mari, DUMUZI, me acompaña. 

Y no solo él. También los otros jefes mercenarios: THERA, de los escitas y ARNE, de los hombres del norte. Esperamos que nos reciba fuera de su residencia. 

Una presencia me sorprende: La hermana de faraón, la princesa CHAVI, sale a encontrarme. Un escriba la acompaña. Es AMENHOTEP, el amigo de SETI. Él es quien habla primero:

-Les agradezco a todos que estéis aquí. El príncipe BEBTI les da la bienvenida. Lamento la noticia sobre la muerte de AMUN, porque también era mi amigo, y, esta catástrofe no podía suceder en peores circunstancias. Le queríamos y necesitábamos: ¡Qué los dioses le bendigan y acompañen! La princesa tiene algunas cosas que decirles.

-Mi nombre es CHAVI, mi hermano y también yo estamos agradecidos por su llegada. Me ha encomendado hablar con vosotros, ya que la prisa es algo apremiante en estos momentos. El ejército de la Reina Naga se ha puesto en movimiento hacia el norte. Debemos actuar. El general ANTEF será su nuevo jefe. Deberéis estar con él en los cuarteles.

-Marchareis al sur pronto para intentar contenerla.

-En cuanto a ti, ANKH, el príncipe BEBTI te ha encomendado una misión de mucha importancia. Para ello te daremos todos los recursos que sean necesarios. Mi hermano considera vital buscar la ayuda de un hombre que conoces muy bien. Alguien que puede hacer que Egipto vuelva a tener esperanzas y conseguir la victoria. Un barco está listo para zarpar en el puerto y te espera.

-Supongo que no aceptarás un no como respuesta.

Sonrío. Todos me observan en silencio. Me perderé el comienzo de la nueva batalla, pero también sé que de este viaje depende el futuro de Egipto. Algo parecido a la dicha crece dentro de mi cuerpo. No me han dicho el nombre de ese guerrero pero no hace falta. Volveré a reencontrarme con un amigo, y, créanme, es algo que necesito. 

¿Acaso no imaginan quién es? Se los diré: SETI de Abydos.

continuará ... 


viernes, 16 de diciembre de 2016

LA LUZ DE LAS NOCHES (Cuento corto por Karlos Dearma)


La luz de las noches
Por Karlos Dearma

La tarde se fue de a poco y la tierra se envolvió en sombras. Eso lo inquietó. Tan pronto como la noche ocupo la escena, un creciente viento fresco llego desde las montañas, erizándole el pelo, haciendo bramar con soplidos invisibles, las ramas de los árboles. Olfateó el aire y sintió los aromas de la foresta y el frío se metió por sus fosas nasales.

La soledad lo rodeaba. El resto del grupo lo había dejado atrás. Un ruido de ramas secas rompiéndose lo puso en estado de alerta. Sintió miedo y desconfiado como era, se agazapo detrás de unas rocas. Aguzó los oídos, alzando cabeza y orejas, pero solo recibió el sonido del silencio. Un perseguido como él sabía que debía evitar a los hombres:  Esos carniceros infames que querían cobrarse su vida.
Hubiera querido confirmar esa nada visualmente, pero la luz de la noche no había aparecido aún. ¿Qué le habría sucedido?

La oscuridad era casi total, pero como si una magia hubiese respondido a sus deseos, la luna finalmente emergió desde los densos nubarrones que cabalgaban el cielo, tiñendo con su luz gélida la faz de los bosques.

 Envalentonado, subió a una roca alta y le lanzó un fuerte aullido, agradeciéndole una vez más su tierna compañía. Desde la lejanía, otros lobos lo imitaron. 

miércoles, 30 de noviembre de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 144



144   MUWATALLIS AL RESCATE (ARNUWANDA)
Por Karlos Dearma

Quedo a solas con un centinela y el mensajero del rey, que permanece en la penumbra.

 Observo el lugar de mi encierro y estudio las posibilidades de escape que tengo: Casi nulas. Solo un agujero en lo alto de la celda, cerrado con rejas y por el cual se mete el aire frio de la noche, y la puerta de entrada. Piensa ARNUWANDA, piensa. No es la primera vez que te han pillado. Estos muros no pueden encerrarte.

-¿Acaso piensas escapar? Sera mejor que lo olvides: Nadie huye de la prisión de EA-TESHUB.- El guardián sonríe con satisfacción, tal vez sea cierto lo que dice. Mejor no pensarlo.

-Siempre hay una primera vez para todo, amigo.-La otra voz, que responde a los dichos de mi guardia, me resulta familiar. Esta vez intento prestarle más atención al mensajero. 

En las oscuridades creo reconocer a la figura. Pero si es… ¡MUWATALLIS! El carcelero lo mira extrañado. Mi amigo sale de la penumbra y le atiza un golpe en la cara que lo deja fuera de combate. Se agacha y comienza a revisar entre las ropas del guardia. Encuentra unas llaves.

-Nos vamos amigo. Tendrás que explicarme como te hiciste encerrar de manera tan tonta.

-Primero salgamos de este horrible lugar.
Abre la puerta y por lo bajo le doy las gracias: No me gustaba la idea de tener que sufrir la tortura. Estoy algo dolido pero entero. Tomo la espada del guardia mientras mi amigo lo mete dentro de la celda. Busco una cuerda y algo que sirva de mordaza. Lo dejamos encerrado.

-No tenemos mucho tiempo, ARNUWANDA. El jefe regresara pronto, cuando se dé cuenta que el rey no lo mando llamar.

-Por los mil dioses de Hatti, MUWATALLIS. ¡Nos buscara toda la guarnición!

-Entonces salgamos con prisa. No tengo un plan. Antes debemos llevarnos a alguien.

-¿Un retraso? ¿De quién se trata, mi príncipe?

-ARNUWANDA, ¡No me digas príncipe! Es una de las rebeldes.

-¿SILOE?

-¿Es así como se llama?

-Sí, jefe: es una de las líderes y no solo eso. Debía intentar liberarla. Pero no puedo contártelo ahora. Mejor vamos por ella, créeme, es importante.

No está muy lejos de allí. Esta débil y por lo tanto no ofrece resistencia. La liberamos y un alboroto se desata en las mazmorras. Son los otros prisioneros. No hay tiempo de liberarlos. Pero mi amigo insiste y les entrega las llaves. No podemos esperarlos. 

Corremos por los pasillos y buscamos el techo de la prisión. Deberemos saltar desde la muralla. No está bien hacerlo sin cuerdas  y no hay mejor alternativa. Sera duro. Piensa ARNUWANDA, piensa. Y cuando pensamos que podemos irnos, alguien nos cierra el paso.

-¡Alto, MUWATALLIS, ¿Adónde vas con la prisionera?!

-¡GUREK, será mejor que no intentes detenerme! ¡Voy a irme con esta mujer y con mi amigo y nadie me detendrá!

-¡No puedo permitirte eso, MUWATALLIS!

-No me obligues a matarte, GUREK.

-Nadie matara a nadie hoy aquí. Soy ARNUWANDA, jefe de Hatti. Escucha, GUREK. Eres hitita al igual que nosotros. Ayúdanos.

-¿ARNUWANDA? ¡Por los mil dioses! Estuve a tu mando en la guarnición de Hattusas. Soy hijo de PUSARRUMAS.

-¡PUSARRUMAS! ¡El heteo más loco y valiente que he conocido! Te recuerdo, eras casi un niño. Escucha: Tu padre es mi amigo, GUREK, ayúdanos a escapar.

-Lo sé. Voy a meterme en un lio. Buscare una cuerda y engañare a los guardias. Ocultaos.
GUREK desaparece en la noche. La alarma ha sido dada para cuando regresa y la sorpresa se pierde. Jinetes y centinelas recorren allí abajo la ciudad de Alepo. Comenzamos a descolgarnos desde la muralla. SILOE y MUWATALLIS primero. Tal vez la oscuridad nos sirva de refugio. Quedo último.

-GUREK, ¿Vendrás con nosotros?

-No, fingiré y me pondré a buscarlos junto con el resto de la guarnición. Nadie sospecha de mí. Los presos liberados están armando un gran alboroto, y eso puede servirles para escapar.  Algunos compatriotas aquí dentro están descontentos. Cuando sepan que estas entre los rebeldes tal vez quieran unirse a ti, ARNUWANDA.

-Gracias amigo. Te debo una.

Me despido del joven con un apretón de manos. Desciendo por la cuerda para sumergirme en las tinieblas. Lo que parece disiparse ahora es mi mala suerte.

continuará ...


miércoles, 19 de octubre de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 143



143   ARNUWANDA AL RESCATE (ARNUWANDA)
Por Karlos Dearma.

-¿Podrás entrar en la ciudad sin ayuda, ARNUWANDA?-SESOSTRIS se muestra preocupado por mi plan de entrar en el interior de Alepo. HATTUSILLI lanza una mirada escéptica. Tengo que desalentarles.

-Sera difícil pero lo he hecho antes. Esas murallas no son lo suficientemente altas. Tuve buenos maestros de escalada.
 
HATTUSILLI cambia su faz: Ahora sonríe. Estoy seguro que la empresa no será fácil. Solo compongo frases arrojadas para darme valor.

Un par de lugareños me acompañaran. Son BARTO y REBEDEM. Ellos conocen Alepo, y a la mujer que debemos rescatar. O por lo menos averiguar si eso es posible. Hemos elegido la torre norte. Es la menos protegida de la ciudad. EA-TESHUB y sus hombres no esperan un ataque por ese lugar, del lado de la tierra de los dos ríos.

-Nos pondremos en marcha esta misma noche. Buscare lo necesario para escalar los muros. Entrare y encontrare a MUWATALLIS. Intentaremos sacar a SILOE, y, si no podemos, regresaremos con la información necesaria para atacar la ciudad.

-No te arriesgues más de lo necesario, ARNUWANDA. Vuelve en una pieza de ser posible.

HATTUSILLI suena grave. Me halaga y reconforta el que se preocupe por mi persona. Pero alguien debe hacer este trabajo, y ninguno de ellos dos es el indicado. 

Mis acompañantes conocen las calles de la urbe y tienen parientes tras los muros que deberían ocultarnos. Manos a la obra.

Por la noche nos deslizamos hacia Alepo. Las oscuridades deberían cubrirnos lo suficiente como para poder trepar las paredes. 

SESOSTRIS y HATTUSILLI nos escoltan hasta el pie de las murallas.  No son lo suficientemente altas para mí. Algunos pocos centinelas caminan por detrás de las almenas con antorchas en las manos. Esperamos. Necesito que se alejen lo suficiente para poder lanzar un gancho.

HATTUSILLI me hace una seña. Hago balancear la cuerda y la arrojo hacia arriba. El gancho vuela, vuela y supera la altura de la pared.

Cae sin hacer mucho ruido y me aseguro que este firme: Lo está. Espero otra señal de HATTUSILLI. No hay novedad en los muros.

Trepo. Primero solo. Apenas unos instantes después estoy en la parte superior. Con un silbido sordo llamo a BARTO y a REBEDEM, que comienzan a ascender. Me oculto en las sombras, y vigilo los movimientos de los guardias. Están lejos.

Los dos sirios se reúnen conmigo y buscamos un lugar para meternos en las calles. Izo la cuerda y la aseguro de nuevo. Esta vez la arrojo hacia el interior. BARTO y REBEDEM bajan primero. Les sigo, y, una vez abajo, suelto las ligas y nos ocultamos fuera de la mirada de los guardias. Estamos en el interior de Alepo. 

REBEDEM nos hace una seña y entendemos que debemos seguirle. Todo está tranquilo. Aquí y allá algunos candiles iluminan las calles vacías. Los pobladores están puertas adentro. No hay señal de las patrullas nocturnas que guardan el reinado de EA-TESHUB. Mejor así. 

Caminamos con cautela, saltando los cruces lo más rápido que podemos, dejando atrás las almenas. Nos detenemos en una calleja oscura. BARTO nos da instrucciones:

-Faltan unas pocas casas desde aquí hasta lo de mi tío, SEP.  Iré delante, denme un momento y luego síganme.

Asentimos. Lo vemos cruzar una plaza. Del otro lado nos hace una seña. REBEDEM le sigue. Espero. Cuando ambos se juntan levantan sus brazos para que me junte con ellos, o por lo menos eso creí: Sería lo malo. Lo que sucedería después me haría darme por el suelo con la evidencia de que aquel no era mi día de suerte.

Me lanzo en una carrera a través del espacio abierto cuando escucho algo inquietante: Caballos y jinetes que vienen en esta dirección. 

Consigo arrojarme al piso, tratando de cubrirme entre las oscuridades.
Cuatro guerreros montados irrumpen en la plaza. Trato de esconderme lo mejor que puedo. Los soldados disminuyen la marcha y los caballos que montan piafan nerviosos. 

Los observo escudriñar el espacio abierto. Pero no me ven: demasiada oscuridad. Seguirán su camino, pienso. Pero no es así. Cuando comienzan a alejarse, un grupo de perros callejeros, que no había visto, me olfatea.

Me señalan con ladridos y pago caro su traición. Los jinetes desconfían y regresan sobre sus pasos, justo hacia donde estoy. Solo tengo una opción: correr.

Le hago señas a mis compañeros para que se pongan a salvo, los veo huir en dirección contraria. Me incorporo e intento escapar. No puedo: Los perros me cazan antes que los montados. 

Caigo al piso, con los canes mordiéndome los pies y las ropas, y lo que es peor: los guardias me dan alcance, rodeándome.

-¡Alto extranjero!  ¿Quién eres?

Quedo en silencio. Pensando en una respuesta, reponiéndome de los magullones. El que parece su jefe no es  del tipo que tiene paciencia. Me golpea en la cabeza y caigo sin conciencia.
 
El desmayo debe de haber durado unas horas.
Cuando despierto estoy en la prisión, encerrado en una celda y con un centinela observándome. Se da cuenta que estoy despierto y llama a su jefe. Menuda suerte la mía.

-Veo que has despertado de tu siesta. Sera mejor que hables ahora, extranjero. Dime tu nombre y lo que estabas haciendo dentro de la ciudad.

-No tengo nada que ocultar. Mi nombre es ARNUWANDA. Vine a ver a mi novia.

-¿Tu novia? ¿Con que eres gracioso? ¿Te deslizas por la muralla y esperas que crea esa tonta historia? Dime su nombre y la buscaremos por ti.

-No puedo decírtelo. Es una mujer casada.

-¿Con que casada? Mira pequeñín, te aplastare la cabeza con mi espada si no empiezas a hablar. Mis hombres los vieron entrar a la ciudad. A ti y a los otros dos. Es solo una cuestión de tiempo para que les pillemos a ellos también.

-¡Ey, jefe: El rey te llama!-Alguien en la penumbra llega con el mensaje, no le prestó atención. Por ahora el interrogatorio se ve interrumpido. 

No es algo que le guste al interrogador. Creo que voy a pasarla mal y debo prepararme para ello. El misterioso personaje me deja bajo vigilancia y se retira. Antes lanza una sonrisa maliciosa que logra inquietarme.

-Volveré.

continuará ... 


lunes, 12 de septiembre de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 142


142  KHUFU EN LA FORTALEZA DE EA-TESHUB (KHUFU)
Por Karlos Dearma.

Nunca había visto tanta basura junta. Escoria del norte, del Este y del Oeste, toda mezclada en un único lugar y bajo el liderazgo de EA-TESHUB, o sea, la mugre. 

Un par de soldados a sueldo nos salen al paso: Nos anunciamos en la puerta de la fortaleza.

 IB está inquieto y no lo culpo; no siento lo mismo. Solo un poco de asco. Algunos de estos gandules participaron del saqueo de mi país. Los he contado: Hasta ahora ciento dieciséis hombres en el recinto. A SETI le interesara el dato. Me gustaría cortarles la garganta a algunos de ellos, pero por razones obvias debo abstenerme. Debemos esperar, lo hacemos buscando la sombra de la muralla.

Un tipejo al que le falta aseo, mercenario a sueldo, desdentado, desafiante, rumiando,  viene a nuestro encuentro. Nos hace señas de que le sigamos y nos dice algunas palabras en el lenguaje pesado de los habitantes del Elam; no logro comprender pero vamos tras él, en dirección a palacio.

Penetramos dentro de unas amplias estancias y el paisaje lúgubre de la ciudad tiene aquí su perfecto contraste: Un lujo fenicio lo impregna todo. Las paredes están decoradas con grabados de dioses a un lado y escenas de cacería del otro. Suntuosos tapices cuelgan de las paredes, y enormes candelabros llenos de velas encendidas iluminan su interior. Una fuente de agua en uno de los lados transmite la parte de frescor que nos estuvo negada desde que llegamos a la ciudad.

Un hombre de aspecto fornido, barbado, ceñudo, se vuelve para vernos. Una larga nariz aguileña, picaduras de viruela, y ojos profundos, que transmiten furia, son las señas de distinción de su cara. Supongo que es el rey.

Cuando nos acercamos se incorpora y viene sobre nosotros amenazante. La actitud me sobresalta. IB me mira con temor y algo parecido al miedo, por primera vez en mucho tiempo, corre por mis venas. Señalando con un dedo al fenicio, interroga:

-¡Dime, IB! ¿Qué es lo que hace SETI, el egipcio, en mi ciudad? 

La pregunta nos sorprende y permanecemos en silencio. Las noticias parecen volar rápido por aquí. Nadie más debería conocer la identidad de mi amigo en este lugar.

-¿Quién es el muchacho?

No me gusta la manera en que lo dice. Llevo instintivamente mis manos a la cintura. Uno de los arqueros egipcios de EA-TESHUB saca una flecha de su carcaj y carga su arco veloz, apuntándome.

-No me gusta que me digan muchacho. Mi nombre es KHUFU. Dile a tu arquero que guarde su arma: Le haré arrepentirse de ello, si me hace enojar.- EA-TESHUB enrojece de ira.-

-¿Acaso te atreves a lanzar amenazas en mi presencia?- Una señal de otro de los hombres del rey, casi imperceptible para mí, es la orden de disparar. 

La flecha sale del arco en dirección a mi persona. Alcanzo a doblar mi cuerpo hacia un lado para escuchar el silbido de la saeta pasando muy cerca. Cuando me enderezo, una de mis dagas ya está en el aire y en dirección del atrevido que acaba de lanzarme la flecha: El arquero egipcio no es tan rápido y lo siento por él. El puñal entra por debajo de uno de sus hombros, hiriéndole.

Cae en el suelo sentado, sorprendido. Todos en la sala están sorprendidos. Algunos de los guardias sacan sus armas y vienen sobre mí. También desenvaino.

-¡Alto todos, guardad las armas! ¿Quién le ordeno disparar?-Un egipcio, que no me resulta desconocido, da un paso al frente.

-Fui yo, mi rey. Este insolente se atrevió a contradeciros de manera altanera y debe ser castigado. Me encargare de él.

-¿Acaso, MENEFER, tu sabes interpretar cuales son mis deseos? ¡Cómo puedes ser tan imbécil!-MENEFER agacha la cabeza y pide disculpas.-

-Perdón, mi rey.

-Guarda tu arma, pequeño egipcio, te llamas ¿KHUFU? Me has impresionado y no soy alguien que se impresiona con facilidad.-Sonríe con satisfacción. EA-TESHUB parece ser de los que respeta el uso de la fuerza cuando es necesario. Su reputación de sanguinario le precede. 

Obedezco. Me doy cuenta cuando los dioses están de mi lado. Y no es cuestión de hacer enojar al rey de Alepo.

-¿Tienes algo que ver con el egipcio de Abydos?

-Es mi mentor, señor. Me adopto luego de la muerte de mi padre, en Nubia. IB puede explicaros.

-Sí, mi rey, es verdad. Conocí a SETI y a KHUFU durante mi último viaje al Nilo. Ahora ambos trabajan para mí.

EA-TESHUB parece estar satisfecho. Recupero la tranquilidad. Aunque sigo preguntándome como todo el mundo en esta ciudad sabe de mi amigo. 

Mientras tanto sigo con mis tareas de espionaje. Llego a contar dentro de palacio a unos cuarenta y tres hombres de armas más. Mejor sería decir cuarenta y dos: El egipcio al que apuñale estará fuera de servicio por un tiempo.


SETI estará más que contento con la información. 

continuará ... 

lunes, 25 de julio de 2016

SETI, EL EGIPCIO /// CAPITULO 141


141   SETI Y LA CARAVANA DE ALEPO (SETI)
Por Karlos Dearma. 

Las tres jornadas que nos separan de Alepo transcurren rápido. Una de nuestras caravanas, guiada por los hombres de JEZEBEL, escoltada por LIUMA, desvió su camino para llevar su carga de armas y alimentos a los rebeldes. Mientras tanto nosotros estamos a las puertas de la ciudad escoltados por los soldados de EA-TESHUB, que salieron a nuestro encuentro. 

La distracción tuvo éxito. IB está más que conforme, nuestro plan parece funcionar.
  
Traspasamos las puertas observados por guardias egipcios, mercenarios del rey de Alepo. Intuyo  que no tardaran en reconocerme. Alguien conocido debe mandarles, estoy seguro de ello; conozco a todos los capitanes egipcios; solo mi ansiedad por saberlo me provoca una cierta inquietud.

Averiguare de quien se trata.

La ciudad parece vacía. Los ocasionales moradores que cruzamos nos miran con curiosidad, desconfianza y temor. Las miradas son evasivas, el pulso agitado. El régimen de EA-TESHUB los ha oprimido. Los lugareños evitan el dialogo con nosotros, tal como IB me lo había referido. Nos detenemos en una especie de plaza, alrededor de una fuente de agua. Refrescamos a nuestros animales sedientos.

Un mensajero se hace presente. El rey nos espera: El mercader fenicio tiene trato directo con él. Pero no seré de la partida. IB me deja con las mercancías y va hacia la fortaleza. Se lleva a mi amigo KHUFU como compañía. Antes le doy órdenes de observar todo con detenimiento para luego informarme.

Lo hará.

Me quedo en el aljibe con la compañía de los conductores de los carros, sus animales y mis soledades. Intento descansar echándome en el piso, haciéndome sombra con una manta, buscando algo agradable para pensar, recordando Ebla, y a su reina.

Mi paz se ve interrumpida por un griterío y la llegada de varios jinetes armados.

Soldados a sueldo: Intuyo en ellos a un grupo de inadaptados sucios. Les observo. Su jefe tiene aspecto de elamita. Se apea del caballo y comienza a interrogar a los conductores de los carros. 

Una gran cicatriz le corta la cara. Sus modos bruscos le definen; la inteligencia le es ajena. Todo en él es brutal, repudiable. Sus hombres le imitan y comienzan a revisar la carga. Mi momentánea paz llega a su fin. Debo intervenir.

-¡Eh, vosotros! ¿Acaso olvidaron la buena educación que recibieron de sus madres? O acaso nunca tuvieran una.

-¿Quién eres, bravucón?

-El encargado de cuidar de esta carga. Tú debes de ser el jefe de esta piara de jabalíes. ¿Acaso me equivoco?

-¡Aaah, con que también eres el gracioso! El último que me insulto de esa manera está muerto, y los anteriores también.

-Eso me sorprende. ¿Quién fue entonces el que te hizo esa cicatriz? Oh, sí. Me imagino que ha de haber sido tu padre: Debe haber pensado que podía arreglarte esa horrible cara.

-Dime tu nombre forastero: Me gusta saber el nombre de los hombres que mataré, para ponerlos luego en su tumba.

-Me sorprende que un bruto como tú sepa escribir pero te lo diré: SETI de Abydos.

-¡Ah, SETI, el egipcio en persona! Volvemos a cruzarnos. ¿Qué haces por aquí? Bueno, realmente no me importa, te mataré. Mi nombre es ZIGGUR, jefe de Elam. Recuérdalo y háblales de mí a tus dioses cuando te juntes con ellos.

-Déjate de rebuznos y ¡Pelea!

Qué más puedo decirles. La lucha dura un abrir y cerrar de ojos. Soy bueno y fuerte y mi habilidad con la espada es conocida, más que suficiente para el tonto este. 

Prefiero no matarlo: No sé qué papel juega en este juego. Espero no arrepentirme. Lo dejo inconsciente. Sus hombres lo alzan en brazos y se lo llevan. Los caravaneros y algunos moradores de Alepo salen de su letargo y me dedican sus hurras y aplausos; y el misterio en torno a mi persona se ha acabado. 

Ahora todo el mundo aquí sabe quién soy.

continuará ... 

jueves, 2 de junio de 2016

SETI, EL EGIPCIO // CAPITULO 140


140  UN MAL TRAGO PARA DUMUZI, UN TRISTE FINAL PARA UN AMIGO (ANKH)
Por Karlos Dearma.

-Lo mataré. Arreglaré esto antes de que empeore.

-No puedo permitirte hacer eso, DUMUZI. Tengo órdenes de mi príncipe. Debo escoltarlo y protegerle. Tú no interferirás: Es una orden. ¿Acaso no lo comprendes? -La voz de KHAMOSE es más que grave, espera una única respuesta y DUMUZI no está dispuesto a dársela. Finalmente habla.- ¿Crees tú, KHAMOSE, que los míos aprobaran el acuerdo con SALMANASAR?

-Déjame responder al egipcio, DUMUZI. La respuesta es no.-La que interviene es THERA, la guerrera escita.-A los ojos del asirio somos unos traidores. No lo dejaremos salir de aquí con vida. Déjalo en nuestras manos. Puedes decirle a tu príncipe que cumpliste con tu deber: No tiene por qué saber la verdad.

-No puedo hacer eso y lo sabes. Son órdenes de mi príncipe. No harán algo así mientras este bajo mi responsabilidad.-KHAMOSE es contundente. Pero no creo que pueda lograr algo.

-Ese lobo sanguinario mato a mucha de nuestra gente, y también aquí en Saq. BEBTI ha cometido un error.

-No solamente cometió un error, ANKH. Nos ha traicionado por un poco de Oro. Porque de eso se trata. ¿No es así?-Los pareceres de mi jefe, AMUN, logran silenciar a KHAMOSE, que no esperaba esa sentencia; y al resto de los conferenciantes, pero no mucho. La escolta del asirio aparece ante nuestros ojos.

En solo un instante estará aquí. AMUN sale fuera de la tienda en silencio. Un mensajero egipcio llega por delante para dar la novedad a KHAMOSE. Los mercenarios permanecen en silencio y mirándose entre sí. Luego todos salimos de la tienda a esperar.

De a poco las figuras en sus caballos se van agrandando, como en un espejismo, hasta adquirir un tamaño real. Somos testigos de llegada del rey de Asiria en persona. Sin bajar de su caballo se detiene a unos pasos de nosotros. Su aspecto sucio no le quita nada de su semblante maligno y desafiante: Ha vencido. Y no me refiero a la guerra. Era un asesino condenado a muerte, un sentenciado que recobro su libertad. Venció, a su manera pero venció.

-¡Vaya, vaya! Pero que pequeño es el mundo. Mirad quienes están por aquí.-Nos regala una sonrisa. ¿Por qué no habría de hacerlo? Puede estar más que satisfecho. Nos ha ganado.-No esperaba volver a verlos tan pronto. La vida tiene giros que a veces son insospechados. Mi capturador, AMUN, y mi capitán, DUMUZI de Mari. ¿Acaso has venido a escoltarme?, veo que tus amigos te han encontrado.  Pero ¿Qué significa esa mirada? ¿No estas contento de verme? Algo muy malo sucede aquí: ¿Sera que tú también me has traicionado, igual que los otros?

-No tuve la oportunidad, SALAMANASAR, no llegue a traicionarte y estoy arrepentido de ello, lo sabes: ZIGGUR debe de habértelo dicho. Casi logra acabar conmigo. Arreglaré las deudas con el elamita en algún momento. Pero lo primero: ¡Tú eres el que debería estar preocupado!

-¿Y por qué habría de estar preocupado, DUMUZI?

-¡Me las vas a pagar, te lo aseguro asirio!

-¡Oh, por favor! ¡No seas rencoroso! Cuando me entere de lo que había sucedido entre ustedes era muy poco lo que podía hacer. Créeme. Te quería como a un hijo. Lamento que estos malos entendidos nos separen. Además, fui ofendido por los tuyos. Debería estar enojado y, sin embargo, no lo estoy. Deberías saber perdonar. Como yo. Ahora estamos en paz. Mi hermano la ha comprado a un buen precio. Y tu príncipe está de acuerdo con ello.

El asirio lanzo una risotada. Nadie, ni entre los suyos, ni entre los nuestros, le acompaño en la gracia. Los hombres de aspecto duro que le acompañan se mantienen erguidos y atentos. Veo sus manos apoyadas de manera firme sobre sus espadas. Las guerreras escitas los observan con cara de pocos amigos. MONGO aparece por allí para ser testigo de la escena, esgrime un largo y despreocupado bostezo y se sienta en el piso. 

Lo que sucedió después no me lo esperaba.

Una ráfaga corto el aire. Aquello fue como un rayo seguido de su estruendo pero las consecuencias peores. La flecha cruzo la distancia que nos separaba de SALMANASAR de manera lenta, fatigosa, como cansada; brillando a la luz del Sol, como un refucilo. Alcance a ver a mi jefe soltando el arco y sacando la espada. Luego el dardo agresor entro en el pecho del asirio, que la observo sin comprender.  Con rostro estúpido.
Se inclinó sobre su montura, sin llegar a caer, escupiendo un borbotón de sangre.

DUMUZI y las escitas sacaron sus espadas. Los guerreros asirios hicieron lo propio, tomando el caballo de su jefe para alejarlo de allí. 

También saque mi espada y pronto todos estábamos envueltos en un combate singular, y a muerte.

La confusión nos envolvió. El encuentro duró poco. Vi caer hombres por ambos lados, heridos y muertos. También les di muerte a algunos de ellos. KHAMOSE intento detener la lucha, algunos egipcios le obedecieron. Los asirios abandonaron el fuerte, llevándose a su rey. 

Unos meses pasaron hasta enterarme que SALMANASAR murió dos días después. Pero eso no me importo. El cadáver de mi amigo, AMUN de Tanis, estaba entre nuestros caídos. Corrí para auxiliarle pero fue inútil. Mi corazón se sobrecogió y la pena oscureció mi existencia. Ese joven, al que le reproche tantas cosas, era un ser humano superior, alguien a quien quería como si fuera yo mismo. Había perdido a un hermano.

continuará ...

domingo, 15 de mayo de 2016

SETI; EL EGIPCIO /// CAPITULO 139


139  LA SORPRESA DE SAQ (ANKH)
Por Karlos Dearma.

Regresamos al Delta. AMUN parece satisfecho, y, yo no lo estoy. Tal vez solo mi dura cabeza negra de Nubia sea la que me mantenga por aquí. Lo mejor sería ponernos a salvo. Cien mil guerreros por enemigo son un buen motivo. 

¡Pero convenzan de eso a mí jefecito, AMUN!

Estamos a un trote de Saq, caminando unas horas por delante del resto del cuerpo mercenario. DUMUZI de Mari y las hermanas escitas nos acompañan. MONGO las observa de manera demasiado lasciva: Le doy un golpe y le advierto que tenga cuidado. Bueno: Las rubias no están nada mal. Pero no es cuestión de enemistarnos con nuestros nuevos aliados, y más si son las hijas de su jefe. AMUN me mira con aire de desaprobación:

-¡Deja en paz a MONGO! ¡No eres ningún profeta de la castidad, ANKH!

¡Dioses!. Además de ser un tipo demasiado honesto, le gusta hundir el dedo en la llaga. Intento cambiar de tema.

-AMUN, ¿Crees que la reina NAGA me perdone por ser nubio?

-ANKH, Creo que te cortara las pelotas y las pondrá a freír en aceite. Luego tal vez te perdone la vida. Y en ello posiblemente tenga que ver tu condición de nubio.

El oasis de Saq luce igual que siempre: como un monumento dedicado al tedio. Ni siquiera el humor verde de un egipcio lo cambia: Un gran charco, rodeado de palmeras y desierto habitado por animales ponzoñosos. Espero que nuestra parada dure poco. Prefiero la pelea a esto, o la vida en la ciudad.

Una gran nube de polvo se alza cerca de las fortificaciones, al Oeste. El fenómeno nos sorprende.  No deja de ser extraña la visita de un grupo grande de jinetes provenientes del delta. AMUN nos pide que apuremos el tranco: Tal vez KHAMOSE sepa algo más al respecto. 
  
Apenas un rato después entramos al poblado. El comandante sale a recibirnos. AMUN baja del caballo y lo saluda. KHAMOSE nos invita a su tienda. El semblante del soldado es sombrío. Como el de alguien que está por dar una mala noticia. No me gusta el ambiente. AMUN logra intuir algo.

-KHAMOSE, será mejor que sueltes lo que tienes por decirme. Las malas noticias es mejor darlas rápido.

-Muy bien, AMUN. Veo que no puedo ocultarte mi descontento. Esperamos la llegada de una embajada de Asiria. Deben ser ellos los que se acercan. Mi misión será escoltarlos hasta que abandonen Egipto.

-¿Que tiene eso de malo? ¿Acaso me dirás que firmamos un tratado de paz con esos asesinos?

-La paz después de tanta muerte no sería lo malo, AMUN, mi amigo. Demasiada guerra ha tenido Egipto. Nuestro príncipe, BEBTI, ha pactado la liberación del rey de Ashur: Es el mismo SALMANASAR el que viene camino hacia aquí con su escolta. Está por llegar.

La noticia nos sorprende y nos llena de estupor y espanto al mismo tiempo: El criminal pérfido al que tanto costo vencer y capturar, ahora liberado por un pacto espurio entre cortes. DUMUZI y mi jefe se miran. No es difícil adivinar el odio que corre por sus venas. 

continuará ... 

miércoles, 4 de mayo de 2016

EL CUERVO (CUENTO CORTO)




EL CUERVO
Por Karlos Dearma.

La silueta de tres mástiles manifestaba, a los ojos de quienes podíamos admirarla, su rara magnificencia, oponiendo su lobreguez a la claridad de la luna. Todo en aquel barco era fantasmal, y la entera bahía parecía estremecerse ante esa presencia tenebrosa. En la cubierta pude observar el movimiento de hombres culminando con la maniobra. Un instante después, El Cuervo lanzó el ancla, que se hundió, profundo en el mar, enviando al aire una nube salada de burbujas y espuma.

Todos en la isla Tortuga conocían las historias acerca del navío, su tripulación maldita, y su no menos temido capitán. Decenas de veces sus hombres y mujeres se habían lanzado al abordaje, otras tantas habían saqueado a cualquier presa que estuvo entre sus manos. Varias veces estuvieron a punto de caer, es cierto, y otras tantas habían logrado escapar de las armadas inglesa y española. Como cuando su capitán, el inefable Charles Hendricks, perseguido por tres navíos de la Armada Real Británica, huyó a través de un huracán cerca de Barbados: Solo El Cuervo logro salir indemne del trance.

Todo pirata, que se preciara de tal, quería formar parte de su dotación. Pero aquella posibilidad era un tesoro reservado para pocos, solo las mujeres y los hombres más feroces, pues las condiciones de admisión impuestas por su jefe eran de las más duras.

Desde que había abandonado las calles de Londres, para embarcarme como grumete en un navío mercante, a mis jóvenes 14 años, había deseado obtener un tesoro parecido a ese. Las extrañas circunstancias de la vida habían hecho caer a mi nave presa de los bucaneros; todavía más extraña había sido la casualidad de no compartir la muerte con mis compañeros de infortunio: El grumete de la nave pirata había muerto en la refriega, y, el ancho capitán del Cazador, Owen Mason, me ofreció el puesto a mí; como podrán darse cuenta, fue imposible decir que no.

Eso me permitió salvar el pellejo, llegar hasta Tortuga y trocar mi vida anterior de vagabundo por la de pirata.

Las condiciones como tripulante del Cazador distaban de ser las ideales. Es por ello que andaba a la búsqueda de una alternativa. El Cuervo parecía una buena opción, solo que debía escapar de las garras de Mason, intentar dar pruebas de valor a Hendricks, y, entonces, tal vez, tuviera una oportunidad.

Tuve la ocasión la siguiente noche, en La Raja de Oro. La Raja era la taberna más concurrida de la isla, y, suponía, hacia allí se dirigirían los marineros del Cuervo, incluido su capitán. Llegué temprano y el ambiente era festivo; todos bebían alegremente. Vi a Hendricks en una mesa bebiendo ron, solo. Pensé en la manera de acercarme pero tenía miedo de la leyenda y eso me contuvo.

Algo llamó mi atención: Otro hombre, que bebía solo y permanecía serio, parecía el único allí dentro que no se divertía; su expresión era de odio, más bien parecía estar acechando al capitán del Cuervo.

Se puso de pie y se dirigió a la mesa de Hendricks, sin que este lo viera. Vi que llevaba su mano a la empuñadura de una daga. Corrí para impedir la traición. Me arrojé encima del agresor en el último instante, pero con la mala suerte de recibir la cuchillada en el hombro. Grité de dolor; sentí como mi tibia sangre brotaba del tajo.

Cuando se preparaba para matarme, una espada lo atravesó. Era Hendricks. Me había salvado la vida y yo a él. Con voz grave, me dijo:

-Debo darte las gracias. ¿Quién eres?

-Mi nombre es James Rock y quiero ser parte de su tripulación.

continuará ...


Este cuento participa del concurso organizado por "EL CIRCULO DE ESCRITORES" llamado "PIRATAS ... ¡AL ABORDAJE!"